Jean Dominique Bauby: el hombre que dictó en silencio

Escrito con parpadeos, esta obra autobiográfica relata la lucha por comunicarse y mantenerse humano tras un grave accidente.

«En un reflejo de la vitrina surgió el rostro de un hombre que parecía haber permanecido en un tonel de dioxina. Tenía la boca torcida, la nariz hecha una pena, el pelo desgreñado y una mirada de horror. Llevaba un ojo recosido, y el otro aparecía desorbitado como el ojo de Caín. Miré fijamente esa pupila dilatada durante un minuto hasta caer en la cuenta de que no era otro que yo».


Así describe su apariencia Jean-Dominique Bauby, quien utiliza el ojo izquierdo como único nexo con el exterior, la memoria y la imaginación como escape de un cuerpo inanimado que lo oprime.  Autor de La escafandra y la mariposa, retrata los días de su espíritu en cautiverio, después de haber sufrido un accidente cardiovascular que le dejó completamente paralizado.

Letra por letra de esta obra fue dictada a través del movimiento de su párpado izquierdo, sumido en el rincón de un hospital, con el método de “parpadee una vez si quiere decir sí; dos, si quiere decir no”, jugando con los vocablos que traviesos cruzaban la habitación, recorrían la ventana, serpenteaban por la pared y se largaban de paseo, hasta poder armar las frases y oraciones que quería comunicar.

Reconocido periodista y editor jefe de la revista francesa Elle, Jean-Dominique Bauby sucumbió en un coma profundo el 8 de diciembre de 1994. Semanas después, descubrió que había perdido la facultad de moverse o hablar; pero intactos se encontraban su memoria y sus recuerdos, así fue capaz de escribir su experiencia desde el silencio, sumergiéndose hasta las profundidades de su ser.

Es paradójico que antes del accidente, Jean-Do hubiese firmado un contrato con una editorial para la publicación de un libro, pues deseaba escribir la versión moderna de El Conde de Montecristo. Sus planes cambiaron totalmente, ya no sería la venganza el argumento central de la historia, sino un testimonio personal compuesto por su ojo.

No es extraño que considerase La escafandra y la mariposa como el título de la obra, cuando una impenetrable escafandra le ceñía permanentemente. Jean-Do no escribió sobre la venganza de Edmund, pero logró soltarse de los fantasmas que le acechaban y alzó el vuelo, encontrando a su paso mundos que antes le eran desconocidos, gracias a su imaginación y memoria, sacudió las alas y el aleteo le brindó la libertad insospechada.

La escafandra y la mariposa es un relato profundamente conmovedor que nos ofrece una mirada única a la vida después de un evento que cambia por completo la existencia de una persona. Esta obra es más que un conglomerado de palabras, frases y páginas enteras, es un canto a la vida, a la esperanza, a la existencia. Nuestra escafandra puede volverse cada vez menos asfixiante, mientras la mente pueda vagar como una mariposa, prologando nuestro ser, dictando desde el silencio.

«Somos en el mundo mucha gente sana en su escafandra y, desde luego, La escafandra y la mariposa 156 no es siempre necesario requerir de una tragedia para soltarse y volar. Hay situaciones especiales a partir de las cuales nos cuestionamos y nos hacemos reflexivos, pero también poseemos capacidad de meditar sin que medien condiciones extraordinarias».

Fernando Batoni


[Como Nina, el mote que le puso su padre, firma María Laura Padrón estos textos sacados del baúl. Fragmentos de su adolescencia, escritos bajo la influencia de personajes y lecturas que le volaron la cabeza. Un ejercicio para reírse de sí misma y evocar a la muchacha curiosa que solo quería leer y escribir].

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