Bajo la ciudad reposa inerte una civilización de desechos que hace vida entre la suciedad de túneles oscuros y tenebrosos. ¿Quién se atrevería a iniciar una expedición al “Nuevo Mundo” de las cloacas? ¿Quién sería capaz de sumergirse al desconocido universo de las aguas residuales?
No hace falta emprender un largo viaje. Nuestra relación con las alcantarillas es más intensa y frecuente de lo que imaginamos, pues hemos besado la boca de las cloacas desde niños, cuando nos enseñaron a sentar el culo sobre las pocetas para enredarnos en el juego amatorio de deshacernos de los propios excrementos, cuando las contracciones en nuestro esfínter indican que es el momento adecuado para enviar las heces al inframundo.
Se cree que la historia de los hombres reside en las cloacas. Allí donde se guardan tantos secretos, donde copulan el misterio y la oscuridad, un espacio para confidencias desterradas por el hombre, que rancias aguardan entre los canales llenos de mierda y podredumbre que fueron alguna vez desechadas. ¿Podrá esa población allí dormida rebelarse alguna vez?
En la novela Los Miserables, Víctor Hugo presenta a las cloacas como una transición, un conducto de purificación para el silencioso héroe Jean Valjean y su protegido Mario, a quien cargó en sus hombros en un recorrido de inmundicias, ignorando el peligro, arrebatado con la idea de hallarse próximo a la luz.
La tierra, refugio perecedero de la humanidad, necesita un gran ano por el que expulsar la hediondez que corroe al hombre. ¿Será que para entender lo que significa estar limpio es necesario haberse revolcado antes en la mierda? Hoy nadamos en un mar profundo de estiércol, hoyo de la mugre humana, nos revolcamos y nos encanta el hedor. Hay quienes continuarán forzando las tripas estreñidas buscando el modo de escapar.
[Como Nina, el mote que le puso su padre, firma María Laura Padrón estos textos sacados del baúl. Fragmentos de su adolescencia, escritos bajo la influencia de personajes y lecturas que le volaron la cabeza. Un ejercicio para reírse de sí misma y evocar a la muchacha curiosa que solo quería leer y escribir]