Nancy Cunard: una «femme fatale», luchando contra el racismo

Rompió tabúes de clase, raza y familia, convirtiéndose en paria en Inglaterra pero forjando una reputación internacional.

En 1931, la aristócrata Nancy Cunard publicó el folleto Black Man and White Ladyship, un ataque a las actitudes racistas y una defensa de su propia relación interracial con el músico negro estadounidense Henry Crowder. En su valiente defensa, rompió con las convenciones de su tiempo, desafiando los prejuicios y mostrando un amor que desbordaba las fronteras sociales y raciales.


Yaces solitaria en una cámara de oxígeno de un hospital parisino. Tú, reina de los años veinte, figura excéntrica de los años locos. ¿Quién vendrá a decirte adiós mientras te encuentras desahuciada? ¿Acaso cualquiera de tus tantos amantes? ¿O alguno de los negros que con desenfrenado ahínco defendiste?

Abandonaste tus riquezas, la fortuna heredada, la rebeldía fue tu mejor arma. Diste la espalda a tu familia, siendo de las más distinguidas de Inglaterra porque querías mostrarles tu temple irreverente. Qué vergüenza para Londres, la heredera única de la Cunard Line, se ha fugado con un negro, músico de una banda de jazz.

Tu personalidad peligrosa y presencia avasallante, te convirtieron en una extraordinaria mujer, que decidió luchar contra su propia clase y optó por convertirse en la voz defensora de aquellos que eran juzgados por su color de piel. Viajaste por todo el mundo provocando escándalo, mostrando más de lo que debías, amando a cuantos querías.

No quisiste asumir el papel de señorita blanca de sociedad. Pródiga, lasciva, alocada, atrevida, amando con manos codiciosas e impúdicos ojos. Siempre contenta con el descontento, soportando los reveses al compás de un corazón agitado. Tan poeta, tan idealista, tan soñadora, tan libre.

Te refugiaste con coraje en las letras, sumergida entre los versos que compusiste, entregada a los ardores de tus pensamientos. Te vengaste de los que te acusaron, Black man and white Lady ship, fue el regalo de Navidad que enviaste a los representantes de la aristocracia londinense, un folleto en el que te burlabas y desafiabas a los blancos, preguntándoles si ellos hubiesen soportado ser tratados como esclavos.

No puedes decir que tu lucha no tuvo efecto, aunque desde siempre presagiaste la soledad en la que te encontrarías al final de tus días, valieron la pena tantas luchas, tantos porqués. Vete tranquila Nancy, cierra tus ojos azules, termina de abandonar este mundo de iniquidades, que dejó en tu piel marcas de eterna soledad.


[Como Nina, el mote que le puso su padre, firma María Laura Padrón estos textos sacados del baúl. Fragmentos de su adolescencia, escritos bajo la influencia de personajes y lecturas que le volaron la cabeza. Un ejercicio para reírse de sí misma y evocar a la muchacha curiosa que solo quería leer y escribir].

Add a comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *